Por Brett Duncan y publicado originalmente en World of Direct Selling.
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Hoy en día, muchas personas tienen algo que decir sobre la venta directa. Desde comunicados de empresas hasta series de televisión, pasando por opiniones de inversores y decisiones de organismos regulatorios, este canal de distribución se encuentra más expuesto que nunca. Lo que abunda no son necesariamente las buenas noticias, sino interpretaciones cargadas de escepticismo que a menudo opacan la realidad más completa y matizada del sector.
Pareciera que lo único que circula son versiones negativas. Y lo más preocupante es que, dentro de la misma industria, muchas veces nos limitamos a comentar esas malas noticias, en lugar de compartir las múltiples historias positivas que nos rodean. Cuando no se cuenta una historia con esperanza, inevitablemente otra, con tono más sombrío, tomará su lugar.
Por supuesto que hay cambios importantes ocurriendo en la venta directa. Se están replanteando muchos aspectos tradicionales del modelo, y algunas empresas han estirado los límites en exceso. Pero eso no nos hace diferentes de otros canales de distribución. Cada sector enfrenta ajustes constantes, presiones regulatorias y evolución en los hábitos del consumidor.
Lo que sí nos hace diferentes es el profundo impacto positivo que esta industria tiene en millones de personas. Si alguna vez has formado parte de este canal, sabes exactamente a qué nos referimos. Más allá de los desafíos, hay una energía única que transforma vidas, fomenta el desarrollo personal y despierta una chispa emprendedora real en la gente.
La mayor debilidad del canal tal vez ha sido la falta de una narrativa colectiva. Contamos bien nuestras historias individuales, pero olvidamos construir una narrativa compartida que celebre la contribución de toda la industria, más allá de marcas o compañías específicas.
Necesitamos más historias que celebren lo bueno. Historias de personas que dieron sus primeros pasos como emprendedores gracias a una oportunidad de venta directa. Muchos de ellos ahora dirigen empresas exitosas, y no dudan en atribuir sus primeros aprendizajes a esos comienzos humildes pero formativos en este canal.
La venta directa fue, en muchos sentidos, el origen de la economía colaborativa moderna. Mucho antes de que existieran aplicaciones y plataformas digitales, ya ofrecía una vía flexible para generar ingresos, adaptada a distintos estilos de vida. Esa historia merece ser contada con orgullo.
Una de las fortalezas más poderosas de este canal es su apertura. No se exigen títulos, experiencia ni antecedentes. Solo se necesita voluntad y decisión. Cualquier persona, sin importar su punto de partida, puede empezar. Ese principio de inclusión ha sido motor de miles de historias inspiradoras.
Además, es un canal que históricamente ha empoderado a las mujeres. Ha permitido que muchas encuentren una forma de independencia económica, que otras contribuyan a sus hogares y que muchas más puedan criar a sus hijos sin renunciar a una carrera. En ese aspecto, la venta directa ha sido pionera.
También ha sido cuna de innovación. Muchas categorías de productos no existirían sin este canal: desde cosméticos icónicos hasta avances en nutrición. Grandes marcas nacieron aquí, y sectores enteros florecieron gracias a su alcance. Esta es una industria que innova y que conecta productos valiosos con quienes los necesitan.
Más allá de los productos, el ingreso generado ha sido clave para reducir deudas y aliviar cargas financieras. Sin hacer afirmaciones exageradas, existen miles de casos reales de personas que han logrado estabilizar sus finanzas personales gracias a esta oportunidad. Eso no puede quedar en silencio.
Y mientras ganan ingresos, muchas personas también se transforman. Descubren fortalezas internas, mejoran sus habilidades, superan miedos. Se convierten en versiones más fuertes y seguras de sí mismas. Ese tipo de crecimiento personal es uno de los tesoros ocultos de esta industria.
Este crecimiento también tiene un efecto multiplicador. Muchas de esas personas devuelven lo que han recibido, ayudando a sus comunidades, apoyando causas sociales, creando redes de apoyo. El impacto de la venta directa va mucho más allá de las cifras.
El canal también ofrece un espacio donde se cultiva el liderazgo, la comunicación, la resiliencia. Son habilidades que se extienden a todas las áreas de la vida. En muchos casos, ese crecimiento termina beneficiando a familias, empresas locales y organizaciones comunitarias.
La venta directa ha sido una puerta de entrada a nuevas posibilidades. Ha encendido sueños y ha ofrecido una plataforma para perseguirlos. No es perfecta, como ningún otro modelo de negocio, pero sí es poderosa y humana en su esencia.
Tenemos una gran historia. Una historia que necesita ser contada más y mejor. No podemos dejar que solo quienes no conocen la industria hablen de ella. Es nuestro deber mostrar su verdadero rostro, con sus desafíos, sí, pero también con su inmenso potencial.
Esta historia no es solo la tuya o la mía. Es una historia compartida. Una historia de millones de personas que encontraron un propósito, una meta, una comunidad. Merece ser escuchada con claridad, sin ruidos ajenos que la distorsionen.
Contarla con entusiasmo, con orgullo y con autenticidad puede cambiar la percepción que otros tienen de nuestra industria. Más importante aún, puede inspirar a quienes todavía no han descubierto todo lo que este canal puede ofrecerles.
No hay mejor momento que ahora para recuperar la narrativa. Mostrar que esta industria es mucho más que un modelo comercial: es una red de crecimiento, de oportunidades reales y de transformación profunda. Nuestra historia vale la pena ser contada. Y nosotros somos quienes debemos contarla.
Con información de World of Direct Selling.
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