La increíble historia de Silveria Pari

Nació pobre, sufrió mucho y hoy es una exitosa distribuidora de la multinacional Teoma.

16 de marzo de 2022
Foto: Teoma

En el Perú hay personas que nacen en el seno de familias felices, sanas y con medios para alimentar, vestir y educar a todos sus hijos. Otras en hogares llenos de necesidades, pero con padres que se rompen el alma para darles lo mejor que se puede conseguir con el fruto de un trabajo pobre pero honrado. Y hay unas terceras, como Silveria Guillermina Pari Machaca, que nació en uno de los lugares más inhóspitos del país, no conoció nunca a sus padres y vivió hasta los 14 años con sus abuelos. 

Silveria, quien fue alumbrada el 19 de enero de 1956 en un caserío de San Antonio de Putina, Puno, una localidad situada a casi 4 mil metros sobre el nivel del mar, pasó muchas privaciones durante los años en los que fue una huérfana criada por los padres de su madre, pero nunca conoció completamente el desamparo hasta que emprendió una peregrinación por el altiplano puneño en busca de su madre. Cuando la encontró, Silveria descubrió que la señora Machaca había formado una nueva familia; pero ahí no acabaron sus penurias, porque a los pocos meses de conocer a los miembros de la nueva familia de su progenitora, estos la entregaron a un joven desconocido que la embarazó del primero de sus nueve hijos, dos de los cuales murieron de bebés y otro en su temprana adolescencia. 

Pero cómo una huérfana entregada a un hombre que solo la utilizó para tener hijos que lo ayudaran en la labranza de la tierra, se convirtió casi 50 años después en una vendedora del rango Oro Estrella que conduce un auto de lujo y sigue luchando para escalar hacia sus sueños y más allá. Silveria se ha convertido en vendedora de Teoma y afiliadora de cada vez más personas a las redes de mercadeo de la multinacional nacida en Lima y conocida en toda América Latina y varios estados de Norteamérica.

Silveria Pari
Silveria Pari

Conozcamos esa historia

Embarazada en 1972 por un alcohólico que la abandonó con seis hijos pequeños y nada más, Silveria pasó lo que pasan cientos de miles de mujeres en las zonas más pobres del país. Dueña de un hambre que no la abandonó durante largos años, pero de un amor gigantesco por sus hijos, Silveria trabajó en todo lo imaginable. Como nos contó en una plaza iluminada por el sol otoñal puneño, Silveria recuerda hasta hoy que durante años muchas veces dejó de comer para que sus hijitos comieran más. “Yo vivía de mate y pan en el desayuno, chicha y pan en el almuerzo y mate en la nochecita. Si tenía suerte, una que otra vez mis amigos me invitaban una comida”. 

Con ese régimen de privaciones, Silveria enfermó muchas veces en los años en los que se sacrificó por sus hijos. Esas enfermedades ocasionaron que la bacteria Helicobacter Pylori se afincara en su esófago, ocasionándole una gastritis que avanzó hasta ocasionarle varias hemorragias esofágicas. Además de diagnosticarle un tumor en el riñón y un quiste en el hígado, los médicos que la atendieron cuando sus hijos la llevaron a consulta dijeron que no tenía cura, que no había nada que hacer, que solo le darían analgésicos para mitigar su dolor. 

Ahí es donde la miseria se cruza con la fortuna, y contra todos los pronósticos la suerte le gana el pulso a la desventura. Es más, esa buena suerte tuvo que sobreponerse a la mudez que Silveria se auto impuso para no preocupar a sus hijos, quienes se habrían sentido culpables por la enfermedad de su madre, tributaria del hambre que la acompañó durante la niñez de ellos. Un buen día, es decir el día en que cambió la suerte de Silveria, su nuera más querida le dijo que existían unos productos que podrían ayudarla a mejorar su condición de salud. Estos eran Ph Moringa, Aloe-T Pro Piña y Clorofila-T.

Su hijo le recomendó que se afilie a la red de Teoma para que pueda seguir comprando los productos que la estaban ayudando a sentirse mejor y eso fue lo que hizo. Tiempo después, se encontró con unas amigas en la calle que la encontraron mucho mejor, en comparación con meses anteriores y le preguntaron qué había hecho para estar así. Ella les contó sobre los productos y quisieron probarlos. Como les gustaron, les contó que podían afiliarse para tener descuento en esos productos y así, sin querer, comenzó su camino en las redes de mercadeo. 

Sin haber tenido ningún tipo de preparación académica y sin saber leer ni escribir, fue capaz de sacar la líder que tenía dentro y armó un equipo tan luchador como ella. Tuvimos la dicha de conocer a la mayor parte de su familia Teoma, unas personas increíbles y con muchas ganas de salir adelante. Cada uno con historias y sueños diferentes, pero con una meta en común: trabajar por un futuro mejor.

Escrito por Viviana Rodríguez

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