*A partir de un artículo de opinión publicado por el equipo editorial de Rich Dad en el blog de Robert Kiyosaki.
Durante décadas, se ha creído que tener un empleo estable equivalía a tener una vida segura. Sin embargo, los cambios económicos y tecnológicos de los últimos años han dejado claro que esa idea ya no representa la realidad. La crisis del 2020 fue un punto de quiebre: millones de personas perdieron sus trabajos de un día para otro, y las empresas aprendieron que podían operar con menos personal, apoyadas en la tecnología y la automatización. Lo que muchos consideraban un «trabajo seguro» se desvaneció frente a una verdad incómoda: depender de un solo ingreso o de un jefe no es sinónimo de estabilidad.
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Hoy, las grandes corporaciones se han transformado. En lugar de aumentar su plantilla de trabajadores, buscan tercerizar, automatizar o reemplazar puestos con inteligencia artificial y contratistas, lo cual les ahorra grandes costos y mejora significativamente su flujo de caja. Esta tendencia, que ya había sido advertida años atrás por analistas financieros, se ha acelerado con fuerza en los últimos años, más aún cuando ahora hay muchas más opciones de capital financiero que respaldan la automatización. Algunos expertos incluso predicen que en el futuro cercano habrá grandes empresas con muy pocos empleados fijos, limitados a los altos cargos ejecutivos. Este es un cambio estructural que redefine lo que significa «trabajar» en el siglo XXI.
En este nuevo escenario, la llamada «gig economy», economía colaborativa o economía de los contratos temporales ha surgido como una opción aparente de independencia. Sin embargo, muchos de los que ingresan a este modelo descubren que no son verdaderos emprendedores, sino dueños de su propio empleo: trabajan más, ganan menos y carecen de los beneficios tradicionales, es lo que tradicionalmente se ha conocido como ser un autoempleado. Aunque la narrativa de la libertad laboral resulta atractiva, la realidad es que la mayoría sigue dependiendo de su tiempo para generar ingresos. La libertad financiera, en cambio, no consiste en trabajar más horas, sino en crear sistemas que generen ingresos incluso cuando no se está trabajando.
«La libertad financiera, en cambio, no consiste en trabajar más horas, sino en crear sistemas que generen ingresos incluso cuando no se está trabajando»- Robert Kiyosaki.
Robert Kiyosaki lo explicó con claridad en su famosa metáfora del Cuadrante del Flujo del Dinero (CASHFLOW Quadrant). Existen cuatro formas de generar ingresos: como empleado (E), como autoempleado (S), como empresario (B) o como inversionista (I). Mientras los dos primeros ofrecen seguridad aparente, los dos últimos conducen a la verdadera libertad. Los empleados y autoempleados dependen de su esfuerzo personal y del control de otros; los empresarios e inversionistas, en cambio, crean activos que trabajan por ellos. Esa diferencia de mentalidad es lo que separa a quienes buscan estabilidad de quienes logran independencia.
La educación financiera es, por tanto, el gran punto de inflexión para aprender a ubicarse correctamente en el cuadrante del flujo del dinero. No basta con tener un trabajo o ahorrar para la jubilación sin entender en qué se está invirtiendo o en qué posición estás entrando en el mercado. Quien no comprende cómo funciona el dinero, vive con una sensación constante de incertidumbre. Por el contrario, quien se educa financieramente puede invertir con confianza, crear negocios sostenibles y adaptarse a las transformaciones económicas sin miedo a perderlo todo. En tiempos de disrupción tecnológica, el conocimiento se convierte en el verdadero seguro de vida.
El auge de la automatización y la pérdida progresiva de empleos tradicionales no deben verse como una tragedia, sino como una oportunidad para reinventarse. Esta debería ser la agenda del verdadero emprendedor en el siglo XXI. Cada vez más personas descubren en el mercadeo en red y la venta directa una alternativa viable para construir ingresos residuales, desarrollar habilidades empresariales y formar activos propios sin depender de una estructura corporativa. Aquí puedes generar ingresos pasivos sin la necesidad de estar trabajando todo el tiempo o intercambiando tu tiempo por dinero. Este modelo no solo promueve la independencia económica, sino también el crecimiento personal, la colaboración y el liderazgo.
La elección es clara: seguir buscando seguridad en un empleo convencional que puede desaparecer en cualquier momento o asumir el control del propio destino financiero. Este es el dilema que enfrentan las personas en el siglo actual. El futuro pertenece a quienes se atreven a pensar como empresarios y actuar como inversionistas. En una era donde los robots reemplazan tareas y las empresas reducen personal, los verdaderos visionarios serán aquellos que decidan construir libertad en lugar de perseguir la seguridad de un empleo convencional, que por muy bien pagado que sea, puede perderse en cualquier momento con todas sus aparentes seguridades.
Con información de Rich Dad
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