Durante la última década, las criptomonedas pasaron de ser un fenómeno de nicho a ocupar titulares globales. Bitcoin y otras monedas digitales fueron vistas como la puerta de entrada a una nueva economía descentralizada, con promesas de libertad financiera y riqueza casi instantánea. Sin embargo, en años recientes hemos presenciado una pérdida de interés generalizada; ahora son muy pocos los que se hacen ricos con las criptomonedas. Con las caídas de precios, la saturación de proyectos fallidos y la falta de confianza en algunos exchanges han frenado el entusiasmo masivo. Este enfriamiento no necesariamente es una mala noticia: abre espacio para la reflexión y para que consumidores e inversionistas se acerquen con mayor madurez al mundo financiero digital. Todo parece indicar que la era de las estafas y el boom de hágase rico en tan solo unos meses, ha terminado por fin.
Una de las principales consecuencias positivas de este descenso en la fiebre cripto es la consolidación de un escepticismo sano. Las historias de millonarios improvisados ya no tienen el mismo poder de atracción, y hoy en día la gente es más cautelosa antes de invertir sus ahorros. Esto contribuye a que las estafas que proliferaron en el boom —desde esquemas Ponzi hasta supuestas plataformas de trading milagroso— encuentren menos terreno fértil. La narrativa del “dinero fácil y rápido” se debilita cuando el mercado en general se vuelve más exigente y busca información más transparente. Muchas empresas de MLM aprovecharon ese boom para vender proyectos de riqueza rápida muy poco realistas.
En este contexto, también es relevante destacar cómo algunas redes de MLM (marketing multinivel) se vieron afectadas por la euforia de las criptomonedas. Muchos esquemas fraudulentos se disfrazaron de negocios de inversión legítimos bajo estructuras similares al multinivel, lo que confundió a miles de personas sobre el potencial real del MLM y las características reales del canal. Es importante subrayar que el MLM, como modelo de distribución, es legal y válido en gran parte del mundo; el problema surge cuando actores inescrupulosos lo utilizan como fachada para estafas de dinero rápido, tal y como fue el caso de empresas como Go Global u OmegaPro. Por eso, el declive del “boom” cripto puede contribuir a limpiar la imagen del sector, diferenciando a las compañías serias de aquellas que se aprovechan del desconocimiento financiero. Sería como una limpieza y un reboot que nos ayuda a identificar lo que realmente funciona y lo que no.
El fin del auge irracional también puede marcar el inicio de una nueva etapa más constructiva. Tanto en la industria del MLM como en la economía digital, el foco puede pasar de la especulación rápida a la creación de valor real. En el caso de las criptomonedas, esto implica avanzar hacia aplicaciones tecnológicas útiles, regulaciones claras y mayor educación financiera. En el caso del MLM, significa fortalecer la transparencia en planes de compensación, priorizar productos tangibles de calidad y ofrecer a los distribuidores herramientas reales de desarrollo personal y empresarial.
En definitiva, la pérdida de interés por las criptomonedas respecto a la década pasada no debe interpretarse como un fracaso, sino como un ajuste natural que promueve un terreno más saludable para todos. Menos entusiasmo desmedido significa más racionalidad, menos promesas vacías y más oportunidades para que tanto la innovación tecnológica como la venta directa legítima prosperen en un entorno de confianza. El escepticismo, lejos de ser un obstáculo, puede convertirse en un motor de renovación para industrias que buscan diferenciarse del ruido y consolidarse sobre bases sólidas.
*Un artículo original de Viva el Networking.
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