A sus 45 años, Angela Cretu, CEO de Avon, tiene a su cargo 50 países. “Es algo desafiante, señala la directora ejecutiva, que percibe que la posición de un líder no es estar delante ni atrás del equipo, sino con él. “Es más acerca de contagiarse de la energía del equipo y no solamente de poner la presión sobre mí”, reflexiona.
¿Cómo un CEO consigue descansar con tranquilidad si tiene tantos países a cargo?
No tiene que ver con el control que tienes, sino con los grupos empoderados que generas. Y que ello produzca un impacto significativo en los objetivos del negocio.
¿Qué tan difícil es asumir un puesto de alto liderazgo para una mujer en la sociedad actual?
Hace 21 años, cuando entré a la compañía, fue difícil. Tratas de mirar a tu alrededor, necesitas estándares, pero predomina la presencia masculina en los modelos de líderes. Así que en mi primer puesto de alto rango traté de ser alguien que no era.
¿A qué se refiere?
Traté de comportarme o actuar como ellos o simplemente hacerme invisible. Me tomó mucho tiempo encontrar mi verdadera voz y confianza para expresarme.
¿En las reuniones solías ser la única mujer?
Creo que tenía 27 años y acababa de obtener mi puesto como country manager de Serbia. Así que fui invitada a África a una reunión de gerentes generales. Y literalmente fue como recibir un golpe de testosterona cuando llegué.
¿Logró insertarse en el grupo?
Trataba de contribuir a la discusión. Estaba en el inicio de mi carrera cuando todos ellos tenían años como ejecutivos. Y volteaban a verme para saber si tenía algo que compartir, pero de alguna forma era extremadamente intimidante.
¿Cómo enfrentó el problema?
Llamé esa noche a mi coach. Le dije: “No encajo en este ambiente. Si no hay nada en mí que me aliente a pensar que alguna vez llegaré a ese nivel, creo que esto es un error y quiero regresar”.
¿Y qué le sugirió?
Me pidió que le haga una lista de lo que yo percibía que me hacía diferente. Le dije: “Soy mujer, joven y rumana. ¿Qué significa Rumanía para Avon global, cuando es solo 1% del portafolio?”
¿Qué le respondió?
Que al ser joven llevo conocimiento preciado a la mesa sobre mi generación y que es algo que mis pares estarían contentos de escuchar, más aún si vengo de un mercado emergente.
¿Y sobre ser mujer?
Que deje de creer que ser mujer es algo que debo justificar o que debo pensar distinto para ganarme un espacio. Que al ser mujer, tengo mucha credibilidad para la empresa porque sé lo que nos preocupa o interesa.
¿Esto marcó un antes y un después en su trayectoria?
Por favor, no imaginen que al día siguiente de esta conversación era una mujer empoderada y segura. Pero si miro hacia atrás, eso fue una experiencia impactante.
¿Qué es lo que más aportó su experiencia en Avon en su estilo de liderazgo?
Me enseñó humildad. Hay muchas cosas que dividen a la sociedad, así que aprendí a abrazar la diversidad de perspectivas. Además, me considero una colaboradora más y no “la cabeza de la casa”.
¿Cómo definiría su estilo de liderazgo?
Me identifico como un líder social. Estamos viviendo tiempos en que no solo se necesita una persona, sino inteligencia colectiva y empoderamiento individual.
¿Cuáles son sus debilidades como líder?
No debemos hablar de las debilidades como algo malo, sino mirarlas con curiosidad para saber que hay algo más que aprender.
¿Qué quiere decir?
Cuando fui líder en Estados Unidos, mi asertividad fue vista como intensidad, pero en Rusia no era lo suficientemente fuerte. Así que trato de adaptarme y no dejar que me convierta en víctima de mis experiencias pasadas ni asumir que estas guiarán las que vengan.
La presente entrevista fue publicada originalmente por el diario Gestión de Perú.
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