En California, una corte acaba de dar una noticia clave para la industria de la venta directa. Una distribuidora de It Works! buscaba armar una demanda colectiva con casi 47.000 personas, alegando que la empresa clasificaba mal a sus distribuidores como contratistas y no como empleados. Pero el tribunal no admitió esta demanda ¿La razón? Aunque todas las personas firmaron los mismos contratos, en la vida real cada uno de los distribuidores maneja el negocio a su manera: unos venden en ferias, otros en fiestas, algunos reclutan mucho, otros apenas compran para su propio consumo. Con tantas diferencias, no se podía asumir que todos trabajaran de la misma manera como empleados convencionales.
Aún así, la distribuidora que presentó la demanda, Marites Perez, no se rinde y ya pidió que la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito revise la decisión. Ella asegura que el tribunal aplicó mal la ley y que con esto se apaga la voz de miles de personas que querían reclamar ante la compañia. La pelea legal sigue, pero lo cierto es que este fallo se convierte en un precedente que todos en la industria están observando de cerca, más aún cuando otras leyes esperan que la industria y sus trabajadores puedan ser clasificados de manera distinta frente a los empleados convencionales.
Este caso sin embargo, no es el único en su tipo. En Utah, otro juez también negó una demanda colectiva contra LifeVantage por motivos parecidos. La gran lección es que los jueces ya no se quedan en los papeles, sino que miran cómo funciona realmente el negocio día a día. Y esa diversidad —que un distribuidor venda en eventos y otro solo compre con descuento— puede terminar siendo el mejor escudo para las empresas de venta directa frente a las demandas colectivas.
Con información de Direct Selling News
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