La esperanza no es una ilusión. Es un estado del ser y una habilidad que tiene evidencia profunda de ayudar a las personas a alcanzar el éxito que desean en la vida.
Por otro lado, la ilusión es como tener sueños en el cielo sin una escalera para subir, tener un destino sin un mapa o tratar de operar un avión a reacción sin instrucciones. Suena bien, pero es imposible de hacer realidad. ¡No tienes lo que necesitas para que suceda!
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La esperanza real es viable, práctica y realista. Mejor aún, es factible y se puede aprender.
Un enfoque popular es la teoría de la esperanza. Este concepto es utilizado por las universidades para estudiar cómo la esperanza afecta el desempeño académico de los estudiantes. Los investigadores descubrieron que los estudiantes con altos niveles de esperanza obtienen mejores calificaciones y tienen más probabilidades de graduarse en comparación con aquellos con menos esperanza.
La esperanza se puede dividir en dos componentes:
Caminos: el «cómo» de la esperanza. Aquí es donde las personas piensan y establecen planes para lograr sus objetivos.
Agencia: el «puedo» de la esperanza. Esta es la creencia de que la persona puede lograr sus metas.
Según el diccionario Webster, la esperanza como sustantivo se define como: «deseo acompañado de expectativa o creencia en la realización».
Como humanos, estamos programados para anhelar la realización. Tenemos la capacidad de imaginarla y, a través de la esperanza, hacerla realidad.
Durante 13 años, fui un ser humano sin esperanza. Durante el tiempo que trabajé en un hotel de lujo como recepcionista ganando USD 11.42 por hora, sentí el aguijón de la desesperanza sobre todo.
El arrepentimiento de sentir que me estaban robando el tiempo persistía cada vez que registraba mi entrada a la llegada al trabajo cada día. Finalmente, decidí hacer algo al respecto.
Me di permiso para tener esperanza en algo mejor. Comencé a establecer caminos hacia el éxito y recuperé la autonomía aprendiendo de libros de autoayuda y buscando mentoría.
Debido a que tomé acción para lograr algo que deseaba, ahora siento más esperanza y alegría que desesperanza. La esperanza me cambió.
Las ilusiones no funcionan y las falsas esperanzas son igualmente ineficaces. Sin embargo, la esperanza real está directamente relacionada con el éxito en todas las áreas de la vida.
Los estudios muestran que las personas esperanzadas tienden a:
Demostrar mejores habilidades para resolver problemas
Cultivar relaciones más saludables
Mantener una motivación más fuerte para alcanzar metas
Mostrar una mejor ética laboral
Tener una perspectiva positiva de la vida
Estos beneficios pueden afectar la vida laboral, la vida familiar, la creación de hábitos, la salud mental, la salud física y la práctica espiritual. Imagina cuánto mejor podría ser tu vida si aplicaras la esperanza real a todas estas áreas.
Como escribió el aclamado escritor francés Jean Giono en El hombre que plantaba árboles:
«También hay momentos en la vida en los que una persona tiene que salir corriendo en busca de esperanza».
Si estás en uno de esos momentos, aquí tienes algunas formas de desarrollar la habilidad de tener esperanza:
Para cultivar la esperanza, necesitas creer en su posibilidad. Empieza por:
Reflexionar sobre lo que te apasiona, tus valores y lo que quieres lograr.
Escribe tus sueños, compártelos con alguien que te anime o dilos en voz alta.
Crea un tablero de visión para que tus sueños se sientan más tangibles.
Los sueños son la base de la esperanza: te dan algo significativo a lo que aspirar.
Establece metas: escribe tus metas y crea un plan para alcanzarlas.
Visualiza el éxito: usa citas inspiradoras, fotos o herramientas como mancuernas o lienzos para recordarte tus metas.
Crea una biblioteca de recursos: recopila libros, libros electrónicos o audiolibros sobre la esperanza y el éxito para inspirarte.
Un entorno que fomente la esperanza te mantendrá motivado, resiliente y concentrado.
No evites los desafíos: superarlos genera confianza. Participar en actividades desafiantes, como juegos de estrategia, puede mejorar tus habilidades para resolver problemas y reforzar la esperanza.
Busca la sabiduría de quienes han logrado lo que tú aspiras. Ya sea a través de libros, blogs o plataformas de redes sociales, aprende de sus experiencias. La sabiduría proporciona la base para una esperanza real y práctica.
Reflexionar sobre las victorias pasadas puede alimentar tu esperanza en el futuro. Pregúntate:
¿Qué desafíos ya he superado?
¿Cómo me sentí cuando logré el éxito?
Al recordar esos sentimientos de felicidad, alivio o satisfacción, tu cerebro adoptará naturalmente una mentalidad más esperanzadora.
La esperanza es más que una ilusión: es una habilidad poderosa que puede transformar tu vida. Al volver a soñar, crear un entorno esperanzador, enfrentar los desafíos, buscar la sabiduría y celebrar los pequeños triunfos, puedes desarrollar la verdadera esperanza necesaria para el éxito en todos los aspectos de tu vida.
Con información de Addicted 2 Success.
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