Estudios recientes han destacado la relación inseparable entre el sueño y el sistema inmunológico, subrayando cómo una buena calidad de descanso potencia las defensas del cuerpo, mientras que la falta de sueño puede debilitarlas y su capacidad para combatir infecciones. Este vínculo no solo tiene implicaciones para la prevención de enfermedades, sino también para la recuperación y la salud a largo plazo. Periodistas de Sleep O Polis consultaron con la inmunóloga Dra. Nikky Contractor, experta y líder de I+D en Amway, quien profundiza en cómo el descanso adecuado es un pilar esencial para mantener nuestra salud y prevenir enfermedades.
El sistema inmunológico, una red compleja de órganos, tejidos y células, depende del sueño para funcionar de manera eficiente. Durante el descanso, el cuerpo produce citoquinas, proteínas esenciales que regulan la respuesta inmunitaria frente a infecciones, inflamaciones y estrés. Sin suficientes horas de sueño, la producción de estas proteínas disminuye, dejando al cuerpo más vulnerable a enfermedades.
La actividad de las células T, encargadas de identificar y destruir células infectadas, también está directamente relacionada con el sueño. Estas células dependen de procesos de adhesión para atacar a sus objetivos, un mecanismo que se ve afectado negativamente por la privación de sueño. Incluso una sola noche de descanso insuficiente puede disminuir esta capacidad, aumentar la inflamación en el organismo y comprometer el sistema inmunológico.
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La falta de sueño no solo afecta la respuesta inmunitaria inmediata, sino que también tiene consecuencias a largo plazo. Dormir menos de siete horas de manera habitual se ha asociado con un riesgo significativamente mayor de infecciones comunes, como el resfriado, así como de enfermedades más graves, incluido un aumento del 69 % en la probabilidad de desarrollar cáncer. Además, un sueño deficiente puede dificultar la recuperación tras una enfermedad, prolongando los síntomas y debilitando aún más las defensas del cuerpo.
El sueño también juega un papel crucial en la efectividad de las vacunas. Durante el descanso, el sistema inmunológico produce anticuerpos que ayudan al cuerpo a reconocer y combatir patógenos. Las investigaciones han demostrado que las personas que duermen bien antes y después de vacunarse generan una respuesta inmunitaria más fuerte en comparación con aquellas que están privadas de sueño, lo que incrementa la eficacia de las vacunas.
No solo el sueño impacta la inmunidad; el sistema inmunológico también influye en los patrones de sueño. Durante una infección, el cuerpo aumenta la producción de ciertas citoquinas que promueven un sueño más profundo y prolongado, lo cual es crucial para la recuperación. Este ajuste natural refuerza la importancia de escuchar al cuerpo y priorizar el descanso en momentos de enfermedad.
Además de reforzar las defensas, un sueño adecuado ayuda a equilibrar las respuestas inflamatorias del organismo. Este equilibrio es esencial para evitar reacciones exageradas del sistema inmunológico, que pueden derivar en inflamaciones crónicas y problemas de salud más graves. Por el contrario, la privación de sueño puede alimentar un ciclo negativo en el que la inflamación dificulta el descanso, debilitando aún más las defensas del cuerpo.
Adoptar hábitos saludables de sueño es vital para mantener el sistema inmunológico en su máximo rendimiento. Establecer rutinas consistentes, crear un ambiente propicio para el descanso y evitar el uso de pantallas antes de acostarse son estrategias simples pero efectivas. Junto con una dieta equilibrada, ejercicio regular y una buena gestión del estrés, el sueño se posiciona como un pilar fundamental para una salud inmunológica robusta y sostenible.
Con información de Sleep O Polis.
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