La economía gig pierde impulso entre los más jóvenes: ¿Es la venta directa la alternativa a este modelo?

Durante los últimos años, la economía gig se consolidó como alternativa ante los empleos y formas de trabajo convencional. Hoy es momento de revisar este paradigma.

10 de octubre de 2025
Foto: Envato Elements

Durante más de una década, la economía gig ha sido vista como una solución rápida y flexible para millones de trabajadores en todo el mundo. Plataformas como Uber, DoorDash o Rappi ofrecieron simplicidad, velocidad y bajos requisitos de entrada, lo que permitió a muchos obtener ingresos inmediatos. Sin embargo, el atractivo inicial de este modelo parece estar perdiendo fuerza.

Estudios recientes muestran que más del 36 % de los trabajadores en Estados Unidos han participado en algún tipo de trabajo de economía gig o colaborativa, como Uber, Rappi, entre otros. A pesar de esa popularidad, encuestas de Gallup y Pew Research indican que los participantes reportan niveles más altos de insatisfacción respecto a la estabilidad de sus ingresos y sus perspectivas profesionales, en comparación con empleados tradicionales o emprendedores. El «fácil de entrar, fácil de salir» está resultando ser un camino sin futuro para quienes buscan algo más que ingresos temporales y desean una estabilidad real.

Entre los principales problemas se encuentran los bajos pagos variables, el incremento de los riesgos asociados y los constantes cambios en los algoritmos que controlan las plataformas. A diferencia de un empleo formal o de un emprendimiento propio, los trabajadores gig no construyen activos, no tienen clientes propios ni una red de valor que puedan mantener en el tiempo. Su ingreso termina en el mismo instante en que concluye cada tarea, lo que convierte este modelo en lo que algunos teóricos llaman una forma de «servidumbre digital».

A este panorama se suma el impacto de la inteligencia artificial. La automatización amenaza con reducir aún más las oportunidades de ingresos para los trabajadores gig, creando un entorno laboral donde las interacciones humanas son cada vez más escasas. Así, el modelo que prometía libertad y flexibilidad, en la práctica genera dependencia tecnológica, soledad y un futuro incierto para millones.

La crítica central es que la economía gig produce actividad, pero no prosperidad verdadera. Aunque mueve un volumen significativo de personas y transacciones cada año, no ofrece caminos claros para la acumulación de capital social, patrimonial o financiero ni un puente para que las personas puedan desarrollar otras actividades en el futuro. En palabras de analistas, se trata de un sistema donde el esfuerzo no se traduce en compounding value, es decir, valor que crece y se multiplica en el tiempo.

Al mismo tiempo, consumidores y trabajadores se han acostumbrado a experiencias digitales sin fricciones, lo que eleva las expectativas en otros sectores. Quienes no logren igualar la simplicidad y eficiencia de las plataformas gig corren el riesgo de perder competitividad, aunque su propuesta de valor sea más sólida en el largo plazo.

¿Podría entonces la venta directa presentarse como una alternativa frente a las limitaciones de la economía gig? Con su énfasis en construir relaciones sociales reales, comunidades y redes de confianza, esta industria se perfila como un camino que no solo ofrece ingresos inmediatos, sino también activos duraderos y sentido de pertenencia. La pregunta queda abierta: ¿será capaz la venta directa de liderar el cambio hacia un modelo más humano y sostenible? Desde Viva el Networking, creemos que realmente la venta directa ofrece oportunidades con un mayor valor y que las personas que han desarrollado actividades de la economía gig o colaborativa harían bastante bien en considerar el cambio en el camino.

Con información de Direct Selling News.

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