La tensión entre la Casa Blanca y la Reserva Federal vuelve a escalar, mientras el expresidente Donald Trump redobla sus críticas al presidente del organismo, Jerome Powell. En su última publicación en Truth Social, Trump llegó incluso a sugerir su despido, mientras reclama medidas más agresivas como la baja inmediata de las tasas de interés en medio de su guerra comercial. Se teme que los altos aranceles hacia China puedan llevar a una desaceleración de la economía norteamericana.
Trump señala que el Banco Central Europeo ya ha bajado las tasas por séptima vez, mientras acusa a Powell de estar «siempre demasiado tarde y equivocado». En su publicación, también destacó que Estados Unidos se está «enriqueciendo con los aranceles», en una clara referencia a la prolongada guerra comercial con China.
El trasfondo de esta tensión parece estar relacionado con una estrategia económica cada vez más clara: imprimir más dinero para sostener el crecimiento económico. La Reserva Federal, presionada por los mensajes políticos, se enfrenta ahora a un dilema entre controlar la inflación o estimular la economía con medidas expansivas.
En su discurso reciente en el Economic Club de Chicago, Powell reconoció que los aranceles complican la labor del banco central. «Debemos evaluar qué tan lejos está la economía de nuestras metas y cuánto tiempo tomará cerrar esas brechas», señaló, generando inestabilidad en los mercados al día siguiente de sus declaraciones.
La posibilidad de imprimir más dinero e impulsar estímulos económicos puede tener efectos ambivalentes en la industria de la venta directa, especialmente en empresas que dependen de cadenas de suministro globales, muchas de ellas con componentes provenientes de Asia o que provienen directamente de China.
Por un lado, una mayor disponibilidad de dinero podría traducirse en más consumo interno y mayores oportunidades para distribuidores independientes que venden productos de salud, bienestar, tecnología o consumo masivo. Un entorno de tasas bajas también podría alentar el emprendimiento y el consumo financiado, lo que suele favorecer a modelos de negocio como el de la venta directa.
Sin embargo, el escenario también tiene riesgos. La devaluación del dólar por exceso de emisión podría encarecer las importaciones, justo cuando muchas empresas del sector aún dependen de proveedores chinos. Esto elevaría los costos operativos y afectaría márgenes en productos de alto volumen. Con los aranceles impuestos a China y a otros productos provenientes de Asia podría tener efectos importantes sobre la inflación estadounidense, haciendo que los productos de las empresas de venta directa sean más caros para los consumidores estadounidenses.
Además, la volatilidad política y económica puede generar incertidumbre en redes de distribuidores que, si bien son resilientes, también necesitan estabilidad para crecer sostenidamente. Cambios abruptos en la política monetaria o en las reglas de importación podrían frenar el dinamismo logrado en los últimos trimestres.
Tampoco debe subestimarse el impacto psicológico de la narrativa política. El tono confrontativo de Trump, sumado a la presión pública sobre Powell, podría alterar la percepción de confianza del consumidor y del inversor, afectando de forma indirecta la actividad comercial de miles de emprendedores.
Aunque Trump ya ha criticado antes a Powell, es la primera vez que insinúa de forma tan directa su posible despido. Powell, por su parte, ha sido claro: el presidente no tiene la autoridad legal para removerlo. Su mandato sigue vigente hasta mayo de 2026.
En conclusión, el posible giro hacia una política monetaria más expansiva podría ser una oportunidad a corto plazo para el canal de venta directa, pero no sin riesgos estructurales. Las empresas del sector deben prepararse para un entorno inestable, donde la flexibilidad estratégica y la diversificación de mercados podrían marcar la diferencia.
Con información de CNBC.
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