Lecciones para aprender de los fundadores de aplicaciones que se pasaron a Facebook y lo lamentaron.
Uno de los sueños de la mayoría de los emprendedores es construir una empresa que valga la pena adquirir. La razón de esto es bastante fácil de entender, al salir de una compañía de alto crecimiento, la vida de la mayoría de estos creativos cambia financieramente para siempre.
Tal fue el caso de los dos creadores de Instagram, la popular aplicación para compartir fotos que es utilizada por… casi todos en el mundo.
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En 2012, Facebook compró Instagram por US$ 1 billón. En ese momento, la aplicación móvil tenía 30 millones de usuarios, no poseía ingresos y solo contaba con trece empleados. Hoy en día, cuenta con alrededor de mil millones de usuarios mensuales y, según una publicación hecha por «The Guardian», aportará alrededor de US$ 6 mil millones en ingresos publicitarios este año, con proyecciones de que ganará US$ 20 mil millones para 2020, una cuarta parte del total de lo que percibe actualmente la red social Facebook.
Así que podría haber sido un shock para la gente esta semana cuando los dos creadores de Instagram dejaron su trabajo con el argumento de ir a «explorar nuestra curiosidad y creatividad nuevamente».
Pero para mí no lo es.
La difícil situación del empleado bien pagado
El lado positivo de la adquisición para los fundadores es la inmensa cantidad de dinero que pueden ganar. El inconveniente es que pierden el control y se convierten en empleados bien pagados en lugar de tener todas ganancias si fueran los dueños de la empresa.
La desventaja de los empleados bien pagados es que, si bien tienen mucho margen de maniobra para tomar decisiones, eventualmente y siempre deberán responder por su trabajo ante otra persona.
Tal fue el caso de Kevin Systrom y Mike Krieger, los fundadores de la muy utilizada aplicación Instagram. También fue la situación que vivió Jan Koum, uno de los fundadores de WhatsApp, la aplicación de mensajería móvil que fue comprada por Facebook en 2014 por la suma de US$ 19 mil millones de dólares (sí, has leído bien).
Ambos grupos de fundadores tenían altos ideales para sus productos, que incluían no aprovechar los datos de los usuarios, y pensaron que podrían mantener a raya el hambriento Facebook incluso después de deshacerse de sus marcas. Pero la realidad es que no pudieron.
Como informa «The Guardian»:
- Entonces, lo único espectacular de las experiencias de los fundadores de Instagram y WhatsApp es que nadie debería sorprenderse por lo que les ha sucedido. Facebook es un vampiro de datos; Lo único que hace es chupar los datos de la vida de las personas para pintar objetivos en sus espaldas con el único propósito de sacar beneficio de los anunciantes. Todo ese repugnante resentimiento acerca de «construir una comunidad global» es solo una cuestión corporativa.
- Y cualquier fundador de un nuevo negocio que espera ser adquirido por el imperio de Zuckerberg debería recordar la definición de apaciguamiento de Winston Churchill como «alimentar a un cocodrilo con la esperanza de que él se lo coma de último». Porque él lo hará.
Esas son palabras duras pero verdaderas que ilustran algo que he dicho en la comunidad de mi Padre Rico durante mucho tiempo: no importa cuánto ganes, si no eres el propietario del negocio, solo eres un empleado bien pagado. Sin control de tu tiempo, rindiendo cuentas a otras personas y con un trabajo que nunca es seguro.
El espíritu emprendedor en el trabajo
Si bien Koum, Systrom y Krieger tuvieron un rudo despertar en cuanto a la cantidad de control que tendrían sobre las compañías que empezaron, una vez que entregaron a Facebook las que ya habían creado, es digno de elogio que eventualmente hayan dejado la empresa cuando había un conflicto con sus valores.
Lo más probable es que ellos vieron venir este conflicto hace mucho tiempo, pero esperaban que desde dentro de la compañía se pudiera hacer un cambio positivo. Esta es una creencia que frecuentemente tienen muchos empleados bien remunerados y de alta posición, pero a menudo se dan cuenta de que no tienen el poder para hacer lo que pensaron que podían.
Como mencioné anteriormente, no me sorprende que los antiguos fundadores que hacen la transición y pasan a ser empleados bien pagados dejen un trabajo cómodo. ¿Por qué? Porque simplemente no está en su ADN.
Entonces, cuando alguien como Koum dice: “Me tomo un tiempo para hacer cosas que disfruto más allá de la tecnología, como coleccionar Porsches raros enfriados por aire, trabajar en mis autos y hasta jugar al último disco volador. Y todavía estaré animando a WhatsApp – pero solo desde afuera de la compañía que ahora es su propietaria”, y gente como System y Kriger dicen: “Estamos planeando tomar un tiempo libre para explorar nuestra curiosidad y creatividad nuevamente. Construir cosas nuevas requiere que retrocedamos, que entendamos lo que nos inspira y que relacionemos eso con lo que el mundo necesita. Eso es lo que planeamos hacer «, lo que realmente quieren decir es que, «estamos cansados de que nos digan qué hacer».
Y ese es el espíritu emprendedor en el trabajo, y me encanta.
¿Salir a la carretera?
Ahora bien, no se sabe qué harán estos fundadores exitosos en el futuro, pero hay una buena apuesta de que lo pensarán dos veces antes de convertirse nuevamente en empleados bien pagados, sin importar cuán tentadora sea la nueva oferta.
Pero sus historias deben ser inspiradoras para cualquier persona, sin importar qué tan arriba esté en la escala corporativa. En todo caso, debes detenerte y preguntar: «¿Cada día, cuando voy al trabajo, estoy aportando a lo que quiero contribuir y viviendo los valores que realmente quiero vivir… o simplemente soy un empleado con la ilusión de ser bien remunerado sin importar que no logre una verdadera libertad financiera?», ¿quién tiene que hacer lo que me dicen? o ¿debo salir a la carretera?
La siguiente pregunta que debes hacerte es: «¿Qué voy a hacer al respecto?»
Vía | Rich Dad
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