Era un hermoso día en el sur de la Florida el sábado por la mañana. Voy camino al lavado de autos y Van Morrison está cantando «Domino» en mi estéreo. Hay una camioneta negra conduciendo a mi lado, con la ventana trasera baja y un cachorro asomando la cabeza.
Sus grandes ojos, orejas azotadas por el viento y su lengua colgando demuestran el exquisito estado de nirvana canino que está experimentando. El disco cambia a Stevie Ray Vaughn, y creo que la vida es bastante buena…
El día anterior, uno de los muchachos de mi equipo me llamó para decirme que habían abierto su auto y le habían robado sus cosas. Estaba saliendo de la casa de su madre y estaba enojado con ella. Ella le había advertido muchas veces sobre dejar cosas así en su auto, y le había dado la rutina de «te lo dije».
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Le pregunté si rompieron su ventana. No lo habían hecho, así que pensé que era mejor, porque se ahorró toda esa molestia.
“¿Estaba tu guante de softball en el auto?”, Quería saber. Resulta que estaba siendo reparado, por lo que no fue así. Comenté lo afortunado que fue. (Los guantes pueden demorar meses en ponerse cómodos y suaves). Estuvo de acuerdo en que tuvo suerte, pero que su viejo bate había estado en los objetos robados. Le respondí que debería estar contento de que fuera el viejo, no el nuevo de $300 dólares que recibió en navidad.
«¡Eres un orador tan motivador!», Exclamó con exasperación, «¡Ves lo positivo en TODO!» Culpable de los cargos.
-RG
Vía | Randy Gage Blog
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